lunes, 4 de abril de 2011

11-Fin de mi 1ª Invernal

Seguimos por autovía, algo que es sabido nos produce algo de angustia, sorteando algún que otro coche aunque ya en menor número, lo que alivia nuestra conducción.

Ruta de regreso a casa

En los minutos que siempre dedicas a ir pensando mientras pilotas con tranquilidad, me llega algo a la memoria.
Ayer cuando nos estábamos acercando a Soria, como 20 kilómetros antes, me indico Diego que la luz de mi faro había fundido, lo que habría resuelto, poniendo en el botón de la piña izquierda, la luz larga y bajando el faro para no deslumbrar.

Llevo una bombilla de repuesto siempre bajo el sillón, pero dado que viajando con estas gente te puede pillar el sonido del pito y tener la moto medio desmontada y además el faro colgando a medio montar la bombilla, porque aquí lo de esperar, es algo que ....... produce alergia.
Por eso no había cambiado la bombilla a pesar de que Diego me había hablado de hacerlo en la comida. Pero entonces que hacía, comía o ponía la bombilla. Y lo deje pasar, pues ya podía ponerla en la almazara tranquilamente el lunes. De tal forma que había llegado ya a este punto donde la luz del sol, te avisa de que pronto te servirás únicamente con la luz de tu faro. Y pensé, llevo la larga y está bien alineada, pero y si se funde en una curva, y ya no tienes mas mientras detienes la moto. Así que tocaba cambiar la bombilla en la próxima parada.

De tal forma que asumimos el riesgo de volver a repostar sin que ninguno se quedara perdido. Y un café posterior fue el momento para que yo me dedicara a poner la luz de reserva. Algo que hice con total celeridad, pues ya digo que eso de esperar aquí es como en el oeste, si toca el pito Don Cicuta, te quedas ahí, con el café en la barra, el faro colgando, la bombilla en la mano y con cara de tonto.
De tal forma que, tras dejarme medio cafe en la barra, que tome gracias a la gentileza del amigo Luis- Elece,  y de correr de lo lindo. Pues en 10 minutos que pararon, tuve que abrir el sillín, sacar las herramientas, desmontar el faro, cambiar la bombilla y alinearla. Pues bastante pronto llegue, cuando volví a la carretera, con ver sus luces lejanas por la carretera mientras intentaba darles caza.
Vamos allá, he conseguido hacerme con ellos, ya no se me escapan, viajamos rumbo a casa, queda poco para finalizar lo que ha sido mi primera invernal.
Los que vamos en el grupo no somos todos de Puerto Lumbreras o Lorca. Esta el amigo Javi, que viaja sin su Pili esta vez, que es de Blanca, de tal forma que dejamos la autovía para tomar hacia Calasparra, Caravaca y luego Lorca y Pto Lumbreras, por lo que Javi continua por autovía para alcanzar la salida de Blanca, hecho que no tendría importancia ninguna de no ser porque se encontró que tras de él quedaba un faro que le seguía. Cosa rara pensó, pues no hay ninguno del grupo que me dijera que es mi vecino. Un minuto después la moto, desconocida le adelanto saludando con gesto de acelerar, pues se trataba de Paco H, que siguiendo la moto que había delante nos había perdido  y ahora estaba camino de Murcia por la autovía, en vez de enfilado hacia Puerto Lumbreras por la nacional.
 Lo que no nos pase a nosotros, no pasa. Algunas veces pienso que si nos pintáramos un bigote en el morro del casco podríamos rodar, la comedia que les falto a los hermanos Marx y que debía llamarse, "Los Hermanos Marx en moto".

Ya es de noche, desde que salí persiguiéndoles de la puerta del último bar "que vimos abierto". Cántame una canción, decía Sabina, y la canción la tengo delante, viajamos a ritmo sereno, por debajo de los 110, por una nacional tranquila que conocemos bien. Creo que el sentimiento de mis compañeros es similar al mío. Hay una sensación de que hemos cumplido, hemos ido y venido. Hemos superado las inclemencias que San Maldonado puso ante nosotros. Nos hemos encomendado a varios Santos para que a Lumbreras llegáramos en grupos de más de 2, y salvo alguno sin gasolina que no existieran roturas o averías.
Y todo ha salido bien, pues lo de mojarse más o menos los amantes de estas maquinas lo asumimos el día que hacemos el juramento de moteros.
Es un momento agradable, tranquilo, con temperatura más que favorable. Pasamos Caravaca y llegamos a Venta Cavila, ya casi estamos en la Paca, pienso que Diego puede estar algo cansado, a veces nos acomodamos en seguirle y no pensamos en que ser road líder también agota. Así que estudio la situación y me pongo el primero.
No es mi deseo, obtener ningún protagonismo, ni destacar, eso nunca, pero entre las ultimas curvas he recordado un regreso de una Raiders en Granada, donde por no sé qué carretera de Almería ya de noche, Diego me otorgo el titulo de hacer de liebre los últimos kilómetros, pues lo que digo del cansancio, no es ficticio.
Así que acelero y paso a los compañeros, pensando en marcar yo el camino tras 700 km, y no pasa nada si les sirvo de luz de guía en la noche los últimos 40 kilómetros.
Pero cuando estamos saliendo de La Almudema, veo en mi espejo que un compañero, no se cual entra en el solar de la gasolinera, así que disminuyo 20 kilómetros la velocidad. No sé si son necesidades fisiológicas o problemas mecánicos.
A este ritmo y en fila india, hicimos los 20 kilómetros hasta llegar a la Paca, donde pude contar los faros y saber que no habíamos perdido a ningún compañero.
De tal forma llegamos a Lorca, a un ritmo algo más alegre pero sin excedernos.
Como de costumbre paramos en la BP de Lorca, para despedirnos de quienes fueron y son nuestros compañeros. Los que se mojaron igual, los que pasaron frio igual, y los que se divirtieron igual que nosotros, en lo que ya tocaba a su fin, 12 kilómetros más o menos.
La invernal había terminado.
Había sido un viaje rápido, de dos noches y 1500 kilómetros con frio, agua, nieve, sol, risas y excelente compañía.
Solo una pega, la ausencia de quienes quisieron y no pudieron ser parte de este excelente grupo. Y A los que espero, que de algo les sirvan estas letras, no para sentir envidia sino para que les haga sentir más cerca de quienes hicieron posible, esta invernal.

Gracias por el tiempo dedicado a leer estas líneas, que no pretenden nada más que dejar un recuerdo de uno de esos viajes, que seguro en el futuro añoraremos, cuando las circunstancias de la vida no nos permitan realizar.

Gracias a quien nos guio y organizo todo para que los 15 o 20 fuésemos a cuerpo de rey.

Y gracias al día en que me lance a comprar esta moto, que tanto tanto me da.